Ya había batido el récord de la hora femenino en 1911 y participado en el Giro de Lombardía de 1917 porque apenas había ciclistas masculinos para competir en plena Guerra Mundial, pero Alfonsina quiso participar en el gran Giro de Italia de 1924. De hecho el reglamento no lo impedía expresamente pero "por si acaso" se inscribió como Alfonsin Strada.
La ciclista iba completando etapas, pero al llegar la séptima, de 304 km, sufrió varias caídas y magullada llegó a meta con el manillar roto sujetado con el palo de una escoba que le prestó un espectador, aunque fuera de control. Los jueces disponían ahora, reglamento en mano, de la justificación para descalificarla. Sin embargo, uno de los organizadores comprendió la publicidad que les estaba dando la participación de Strada y le permitieron continuar, dado que su distancia a los puestos de cabeza no afectaba a la carrera. Solo una treintena de ciclistas, de los noventa que partieron, llegó a la meta final de Milán, entre ellos Alfonsina que, oficiosamente, no fue la farolillo rojo, todavía dos ciclistas emplearon más tiempo que ella.
Al año siguiente se cambió el reglamento y así se impidió una nueva incursión femenina en la prueba. Pero esta auténtica heroína del deporte no dejó su afición y cuando ya contaba 47 años, volvió a batir el récord de la hora.
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