lunes, 17 de octubre de 2022

En Japón, el ciclismo es otra cosa

 

                                                Los velódromos japoneses vibran con el keirin

Europa es la cuna del ciclismo en ruta, no cabe duda, las grandes vueltas y los monumentos llevan a la fama a sus figuras, pero donde se mueve dinero de verdad es en Japón. Allí no hay vueltas o clásicas significativas, allí es el keirin lo que hace vibrar.

Hay toda una estructura montada con escuelas para formar a los ciclistas y competiciones por todo el país, pero la salsa son las apuestas. Millones y millones de yens van y vienen en los velódromos. Pero aquí todo está controlado: en las competiciones se aisla a los ciclistas como monjas de clausura durante los días de competición para evitar los arreglos, no pueden comunicarse con el exterior. En las carreras viste cada uno con colores chillones para ser fácilmente identificables y numerados del 1 al 9 como galgos de competición y no se les permite realizar gestos, ni siquiera cuando ganan por si se interpreta como una señal para los apostadores. A pesar del estricto control, todo esto compensa a los ciclistas que viven con todos los lujos y son considerados casi divinidades. No les hace falta salir a competir fuera de su país, en ningún sitio se gana tanto dinero.



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