domingo, 31 de marzo de 2024

El trabajo (a veces) tiene premio

Herminio si consiguió un gran triunfo

Para llegar a formar parte del pelotón profesional hay que ser muy bueno, por eso una vez se llega es difícil destacar entre tantos tan buenos o mejores que tu. Así que hay muy pocos destinados a ser líderes y la mayoría tienen que luchar en equipos modestos o, si forman parte de los equipos más potentes, condenados a ser gregarios.

Un buen gregario es muy apreciado en su equipo pero suele pasar desapercibido para el público. Hay cientos de ciclistas que tienen un exiguo o nulo palmarés pero que, sin embargo han sido imprescindibles para el triunfo de otros.

Charly Wegelius, con cero victorias en su carrera, descubre los entresijos de la dura vida del gregario en el libro que lleva por título "Gregario" precisamente. Mario Scirea, uno de los principales lanzadores de Mario Cipollini, que acumula docenas de triunfos en las grandes, apenas cuenta como profesional con una solitaria etapa en una carreras por etapas alemanas, ya desaparecida.

Pero a veces hay premio. El cántabro Herminio Díaz Zabala, incansable rodador y abnegado gregario, además de un par de etapas en la Vuelta a Cantabria, de donde es natural, había vencido en una etapa de la Vuelta a España de 1989, pero en 1991 llegó su gran triunfo. Metido en una escapada en la primera etapa de la Tirreno-Adriático, el potente equipo ONCE en el que militaba decidió apoyarle, endureciendo los finales de etapa, llegando a la contrarreloj final segundo de la general. El líder era Federico Ghiotto, otro "modesto", pero a pocos segundos llevaba a Raúl Alcalá y a Thomas Wegmuller, el suizo que había ganado el G.P. de las Naciones el año anterior, Pero Herminio sacó a relucir sus dotes de rodador que tanto había explotado a favor de otros e hizo segundo en la crono, adjudicándose una carrera del prestigio de la Tirreno-Adriático.

 

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