Firmin Lambot ganó dos Tours de Francia, el segundo de ellos
en 1922 con más de 36 años (el más veterano de la historia en conseguirlo). Era
un gran fondista y un resistente escalador, nadie nunca le vio poner pie a
tierra en los grandes puertos, cosa muy frecuente en aquella época con el
material existente y el estado de las carreteras.
Sin embargo no alcanzó el prestigio de otros campeones por
las circunstancias de sus victorias. En 1919, primera edición tras la Gran
Guerra, apenas acabaron 10 ciclistas y obtuvo el liderato en la penúltima etapa
por una de las famosas roturas de horquilla de Christophe, que lo tenía todo a
favor.
Lo de 1922 fue todo un cúmulo de circunstancias. Los
hermanos Pelissier no participaron por su enfrentamiento con el patrón,
Desgranges. A Jacquinot, el primer líder, sus averías le hicieron perder  1h40’ y ni siquiera acabó el Tour; también
abandonó Honoré Barthélémy, uno de los favoritos, al sufrir varias caídas.
Philippe Thijs, que aspiraba a ganar su cuarto Tour estuvo magnífico, ganando 5
etapas, pero una avería en las primeras etapas y un fuerte dolor de muelas le
impidieron luchar por la general.  Jean
Alavoine, ganó tres etapas consecutivas en los Pirineos, se puso líder y llegó
a tener 22’ de ventaja, pero en la etapa del Galibier un ataque de Heusghem, la
lluvia torrencial y seis pinchazos le desfondaron. También Christophe rompió su
horquilla en esta edición en la que también llegó a ser líder (con 37 años), y
el mentado Hector Heusghem tras conseguir encabezar la clasificación, un bache
rompió su bicicleta, el reglamento permitía cambiarla si no era posible su
reparación y así se interpretó en principio, pero por lo visto los coequipiers
de Heusghem  habían destrozado a
martillazos la máquina para engañar a los jueces, que le impusieron una hora de
sanción.
Firmin Lambot, superviviente de tantos avatares, se anotó
así su segundo Tour de Francia.

 
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