martes, 28 de junio de 2022

De repente un extraño (bueno, dos)

                                                        Abdoujaparov, un auténtico kamikaze


La década de los 90 nos obsequió con dos campeones venidos de muy poco habituales orígenes.

Djamolibdine Abdoujaparov, si se me permite la ortografía, era un uzbeko con dinamita en las piernas. Dotado de una poderosísima musculatura en el tren inferior fue un sprinter muy temido, apodado "el terror de Tashkent" que hacía oscilar la bicicleta de forma violenta en los metros finales, lo que le provocó muchas caídas a él y a sus rivales.. Logró ganar etapas en las tres grades vueltas y conseguir el maillot de la regularidad en todas ellas (en el Tour en tres ocasiones).

Andréi Tchmil, creo que puede escribirse así, fue de origen moldavo, y se convirtió en uno de los mejores especialistas en los adoquines, ganando la París-Roubaix y el Tour de Flandes nada menos, además de otras clásicas del norte, permitiéndose incluso sorprender a los velocistas en la Milán-San Remo y conseguir así su tercer monumento. Como curiosidad posee el récord de haber pedaleado bajo cinco nacionalidades diferentes: Unión Soviética, Moldavia, Rusia, Ucrania y Bélgica.

Ni Uzbekistán ni Moldavia han dado todavía dos talentos parecidos a Djamolibdine o Andréi.

                                                      Tchmil en su salsa: adoquines y barro


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario