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sábado, 6 de septiembre de 2025

Desgranges y el juego del calamar

 

                                                                Fontan camino de la meta


Henri Desgranges confesó alguna vez que le hubiera gustado que un solo corredor llegara a completar el Tour de Francia, un único superviviente en París. Y la verdad es que puso los medios para intentarlo, con un reglamento que bordeaba lo inhumano.

Una de sus reglas era que cada corredor debía reparar sus averías y que no podía cambiar su máquina o las piezas de esta si no se debía a un accidente en el que la bicicleta resultara irreparable. En muchas ocasiones supuso el abandono  o pérdida de cualquier posibilidad de triunfo de decenas de ciclistas(¿quién no conoce los infortunios de Christophe?).

En 1929 Victor Fontan se había colocado líder en la 9ª etapa, aquella Bayonne-Luchon de 363 km que vio la victoria de Salvador Cardona y en la que Fontan fue segundo, pero en la 10ª, Luchon-Perpignan de 323 km, rompió su horquilla y penó durante 145 km a través de los Pirineos buscando otra bicicleta para poder acarrear la suya a la espalda para llegar a meta con su máquina original. Llegó a meta exhausto con varias horar perdidas y ya no tomó la salida en la siguiente etapa.

Más fortuna tuvo en 1921 Leon Scieur, cuando una caída al principio de la penúltima etapa le dejó inservible una rueda. Scieur era el líder y no se resignó a perder el Tour tan cerca del final. Cómo ningún juez de carrera había presenciado el accidente, el belga tras proveerse de otra rueda, cargó la averiada sobre su espalda para demostrar que no era aprovechable, y así cabalgó 300 km hasta meta. El eje de la rueda le hizo una herida que le dejó cicatriz de por vida. A Leon no le importaba mostrarla cuando se lo requerían... había ganado el Tour de Francia.

                                                            Scieur con sus tres ruedas

jueves, 27 de abril de 2023

"Un cadáver no puede ganar el Tour"

Maurice De Waele sobrevivió y ganó el Tour


"Un cadáver no puede ganar el Tour", exclamó furioso Desgranges tras la victoria de Maurice De Waele en el Tour de 1929.

Tras el fiasco de los dos tours anteriores en los que Desgranges, el patrón del Tour, que había programado contrarrelojes por equipos en las etapas llanas para obligar a emplearse a fondo a los ciclistas todos los días, en 1929 reculó porque a los aficionados les era muy difícil seguir el curso de la carrera. Lo que ideó ahora fue suprimir los equipos comerciales, o sea, los corredores no podían ser asistidos por sus compañeros, debían reparar por si solos las averías. Sin embargo la deshumanización que pretendía no causó el efecto deseado.

Mediado el Tour, Victor Fontan, el líder rompió su bicicleta y al no poder reparar ni conseguir otra máquina, tuvo que abandonar. El maillot pasó a las espaldas de De Waele. El belga enfermó y el día de la etapa decisiva con el paso por el Galibier se desplomó poco antes de la salida. La organización retrasó una hora la salida y el líder fue protegido por sus compañeros de marca (Alcyon). Se dice que en la subida al Galibier, los Alcyon bloquearon la carretera hombro con hombro para no dejar escapar a nadie. Finalmente, De Waele solo cedió 13' en meta y conservó el liderato. En los días sucesivos Maurice fue mejorando, e incluso se adjudicó una etapa, llegando por fin a París con 45' de margen.