Jean Stablinski, "el polaco" con el maillot de campeón francés
De familia polaca, que sufrió las penurias de la IIGM, surgió Jean Stablewski, a quien un periodista por error le cambió la ortografía por Stablinski, y así quedó para la posteridad. Trabajaba en la mina y tocaba la acordeón en sus ratos libres, hasta que se compró una bicicleta y comenzó a competir con éxito.
Y pasó a la historia del ciclismo por varias razones. Fue reclutado por Jacques Anquetil, convirtiéndose en uno de sus mejores escuderos. A pesar de su apellido, ostenta el récord todavía no igualado, de ser cuatro veces campeón de Francia de ruta. Ganó 11 etapas entre las tres grandes vueltas y, sorprendentemente para sus características de potente velocista, se llevó la Vuelta a España de 1958, gracias al estúpido marcaje que sostenían Bahamontes y Loroño, que eran los grandes favoritos, a la enfermedad que aquejó a Rik Van Looy en aquella edición y, por supuesto, a su tesón.
Pero ya retirado hizo una importante aportación a la historia del ciclismo. Cerca de su casa en el norte de Francia, había un camino adoquinado que atravesaba un bosque. Era un tramo de unos dos kilómetros que, gracias a su insistencia, se incluyó en la París-Roubaix por primera vez en 1968. El bosque de Arenberg es, desde entonces, paso obligatorio y decisivo en la reina de las clásicas.
Puerto de la Herrera durante la Vuelta de 1958